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  • Foto del escritorAlmaplena

¡Dejarse Fluir!

Estoy acostumbrada a tener todo bajo control, en parte por influencia del mundo actual, pero en gran medida creo por deformación profesional. Y estoy convencida que si hay algo que esta pandemia nos ha enseñado es que no se puede, no vale la pena intentarlo. A veces pensamos mucho las cosas y nos imaginamos como queremos que sea y como va a ser.


Cuando me enteré de que estaba embarazada, me imaginaba compartir y disfrutar todo el proceso con mi familia, con mis amigos y sobre todo con Mathias (mi pareja). Aprovechar de conectarnos durante este proceso con la naturaleza, con las simplezas de la vida, aprovechar de salir y hacer muchas cosas que, quizás, después se nos harían más difícil hacer con una guagua chica.


Disfrutamos como pareja el “secreto” de un embarazo inicial las primeras semanas. Luego lo contamos. Me imaginé que comenzaría esta etapa de disfrute con mis seres queridos, fotos bonitas, que me regalonearan, que me tocaran la guata, que sintieran las primeras pataditas, que vieran como se movía, etc. Pero tan solo una semana después estalló la pandemia.


Me escribieron del trabajo que no debía volver a presentarme presencialmente (lo cual no agradezco infinitamente). Sin ni siquiera tener el tiempo de hacerme la idea nos encerramos.

Y si bien todo ha ido bien, nada fue como lo planeamos o como lo imaginé. Me sentía tan culpable de que a pesar de que iba todo bien con el embarazo, con Amancay y en lo laboral/económico, comencé a vivir una especie de duelo. Duelo por lo que no fue, duelo por no poder tener el control de las cosas, culpa por no estar “tan feliz” como debería. Y con las semanas me di cuenta de que el hecho que las cosas sean diferentes, no tienen por qué ser menos valiosas, menos preciosas, menos únicas y, sobre todo, que no podemos tener siempre el control de las cosas. De hecho, ahora, soy una convencida que no podemos ni debemos tener el control, debemos dejarnos fluir y disfrutar a concho.


Sin duda las sesiones de yoga prenatal de @comunidad_almaplena fueron una herramienta fundamental, en las que pude desconectarme y reconectarme de otra manera, en la que aprendí a darme tiempos, a agradecer, a respirar, en la que pude llorar y sonreír. Y en la medida que entendí todo esto, pude disfrutar el embarazo, a pesar de estar encerrada, a pesar de los sustos que se sintieron, a pesar de no ver a la familia por meses, a pesar de solo poder sacarme fotos de mi guata contra la cortina del baño. Y hemos disfrutado infinito: el estar juntos como pareja a más no poder (en lo físico por la cuarentena y en lo emocional), el dejarnos sorprender por cada cambio del cuerpo, el alegrarnos por cada patada de Amancay (aunque cuando le achunta a mi hígado, debo confesar que no me gusta tanto), el habernos definido finalmente por el nombre, es saber que viene sanita, el conversar de temas completamente nuevos, el reencontrarnos con nuestras familias ya teniendo una guata armadita, el ver a los amigos a través de las pantallas y a algunos en la calle mientras salimos a dar una vuelta a la manzana, pero sobre todo el despertar cada día más enamorados entre los tres.


Denise, mamá de Amancay.

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