La Tierra que es nuestro hogar y del que somos parte, es una red de vida.

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Nuestra naturaleza es amplia y profunda. Como los ríos y los árboles, formamos parte de nuestro mundo vivo.

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Nuestro dolor por el mundo revela nuestro vínculo con todos los seres -incluidos los humanos de todas las culturas.

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Nuestra capacidad para participar y contribuir con el mundo dependen de cómo nos relacionamos con el dolor que nos produce la delicada situación ecosistémica en que nos encontramos.

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Cuando traemos compasión al sufrimiento que nos produce la situación del mundo, podemos expresarlo con coraje y activar nuestras nobles intenciones de aliviarlo y prevenirlo

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Conectar con la vida que somos nos permite ver con claridad que somos parte de una comunidad mayor y que nuestra contribución es siempre importante.

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Recordando que somos parte, podemos ofrecer nuestros recursos personales, alineados a nuestros valores más profundos, al servicio del cuidado de la comunidad de vida que somos. 

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​Reconectar nos despierta la vocación de trabajar por el bienestar de todos los seres.